De árbol a tesoro geológico: la ciencia detrás de la Posada de Ocú

Publicado el 21 de julio de 2025, 18:07

En agosto, el distrito de Ocú, provincia de Herrera, celebrará con mucha alegría el Festival Nacional del Manito, una fiesta que cada ocueño vive con amor y entusiasmo.

El objetivo principal de esta festividad es preservar las manifestaciones culturales del pueblo ocueño, fortalecer la identidad local a través del folclore y difundir la alegría de vivir en un pueblo alegre y pintoresco.

Hablar de Ocú es hablar de tradiciones y orgullo campesino. Sin embargo, muchos desconocen que detrás de sus costumbres también hay ciencia. Un ejemplo de ello es la Posada San Sebastián de Ocú.

Cuenta la señora Maty Núñez Castillero, en sus apuntes sobre la historia de la posada, que: “Corría el verano del año 1943, Ocú se preparaba para celebrar la fiesta del Carnaval, una de las más genuinas tradiciones de este pintoresco rincón de la patria”.

El Carnaval se celebró en el patio de la Escuela José Dolores Carrizo, sin embargo, ese año el Ministerio de Educación emanó un decreto donde prohibía el uso de estos, fue así como el Dr. Rodrigo Núñez Quintero dio la idea de construir un centro donde “se pudieran celebrar actividades culturales y sociales y asimismo ofrecer ciertas facilidades de hotelería...”.

Una vez que se tuvo el diseño arquitectónico, elaborado por el arquitecto James Robert Durling, el pueblo empezó a recaudar fondos para iniciar la obra y “empezó a reunirse material para iniciar los trabajos y hasta las maestras en la escuela les ponían a los niños, como parte de la tarea, dejar una piedra cuando pasaban caminando para la escuela”

La primera piedra fue colocada en solemne ceremonia el 20 de enero de 1945 y cuatro años más tarde se inauguró oficialmente la posada (20 de enero de 1949).

Muchas de esas piedras que los niños dejaron para la construcción de este emblemático lugar guardaban un secreto milenario, era madera petrificada o madera fósil (Fig. 1).

La Dra. Oris Rodríguez, profesora de la Universidad de Panamá, junto con un equipo de trabajo, ha publicado varios artículos científicos sobre las maderas fósiles de Ocú. Uno de ellos en la revista Tecnociencia en el año 2018, titulado “Reevaluando los bosques fósiles de Ocú”. En dicho artículo, la Dra. Oris explica a detalle que las maderas fósiles, conocidas como piedras chumico, para muchos campesinos de la región, gracias a su abundancia en la región “tiene tonos llamativos, atractivos para los lugareños que la han comercializado y utilizado con fines decorativos en comercio, casas y jardines”, estas maderas son parte de la fachada de la Posada de Ocú (Fig. 2).

Pero ¿qué es la madera fósil, o de qué están hechas las paredes de la posada? Son restos de árboles antiguos que han pasado por un proceso de petrificación. Este proceso se puede resumir de la siguiente manera.

1. El árbol cae y, con el pasar del tiempo, queda cubierto por sedimentos (que pueden ser minerales, productos de erupciones volcánicas y procesos sedimentarios), lo que impide su descomposición por el oxígeno y los microrganismos.

2. El agua rica en minerales, como sílice o carbonatos, se va filtrando en los troncos

3. A lo largo del tiempo, estos minerales reemplazan lentamente la materia orgánica del árbol, célula por célula, conservando su estructura original, pero convirtiéndose en roca.

Este proceso puede tardar de cientos a millones de años, dependiendo de la región y los procesos involucrados.

Como los minerales reemplazan la forma del árbol, se conserva la estructura interna del tronco original. El color depende del tipo de mineral: hierro (rojo/amarillo), manganeso (negro), cobre (verde/azul).

Para que este proceso fisicoquímico, que es complejo y lento, ocurra, se deben cumplir ciertas condiciones: el rápido enterramiento de árbol (para evitar su descomposición), la presencia constante de agua mineralizada y un largo periodo de tiempo geológico (millones de años).

De ahora en adelante, cuando mires las paredes de la Posada de Ocú, recuerda que esos trozos de piedra fueron, alguna vez, árboles que vivieron hace millones de años y que hoy forman parte de un patrimonio cultural y geológico de nuestra tierra ocueña.

Por. Lourdes L. Arjona S

Profesora de la Universidad de Panamá

 

 


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