Recientemente tuve la oportunidad de sumergirme a través del espacio en Radio Estéreo Universidad, en un universo que, aunque existe a nuestro alrededor, a menudo permanece invisible: el de las familias que viven con el Trastorno del Espectro Autista (TEA)y algunas discapacidades físicas visibles.
Esta travesía no solo fue una experiencia, sino una profunda revelación, impulsada por conversaciones sinceras con madres valientes, las palabras resonantes de un maestro dedicado , un hombre discapacitado que lucha por romper las barreras dia tras dia y testimonio de un joven de 17 años que vive y navega su propio camino. Y, como un faro en este viaje, la lectura del libro "Madre azul" de Ruth Yeager iluminó una realidad que necesitaba ser contada.
Dicen que somos lo que leemos y lo que escuchamos con el corazón, y esta verdad se me hizo evidente. Al entrevistar a estas madres, no solo escuché historias de desafíos, sino también de una fuerza inquebrantable. Ellas me contaron la lucha diaria contra la incomprensión social, la falta de recursos y la constante necesidad de abogar por sus hijos en un mundo que no siempre está preparado para abrazar la diversidad. Sus relatos no eran de lástima, sino de resiliencia, amor y una devoción que rompe cualquier barrera.
Luego, el testimonio de un maestro y un joven autista me mostró la otra cara de la moneda. El maestro autista me habló de la importancia de la paciencia y la comprensión, y de cómo la educación debe ser una herramienta de inclusión real, no solo un concepto teórico. Por su parte, el chico de 17 años compartió su perspectiva del mundo, una que a menudo se siente abrumadora y solitaria. Su honestidad me conmovió profundamente, revelando que detrás de cada mirada, hay una mente que procesa el mundo de una manera diferente y que solo anhela un espacio para ser.
Todo esto me hizo reflexionar sobre la realidad en Panamá. ¿Estamos realmente preparados como sociedad para la inclusión? La travesía de estas familias es un recordatorio de que aún nos queda un largo camino por recorrer. No se trata solo de construir rampas o crear programas especiales; se trata de algo mucho más fundamental: la empatía.
La verdadera inclusión nace cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, de entender que el autismo no es una enfermedad que necesita ser "curada", sino una forma de ser que necesita ser comprendida y aceptada. Se trata de educarnos, de dejar de lado los mitos y de abrir nuestros corazones.
Por eso, mi llamado es para cada uno de ustedes en Panamá. Únete al proyecto por la inclusión a través de la empatía y el conocimiento. Infórmate, escucha las historias y, sobre todo, actúa. Podemos empezar con pequeños gestos: una palabra amable, un acto de paciencia, o simplemente el deseo genuino de entender a quienes nos rodean. Al final, la riqueza de una sociedad no se mide por su uniformidad, sino por su capacidad de abrazar y celebrar la diversidad de cada uno de sus miembros.
Este escrito es solo el principio de lo que necesitamos saber para mejorar
¿Qué harás tú para ser parte de la solución?
Cuéntame…..
por: Miriam Yaneth Cedeño Montenegro

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Comentarios
Qué hermoso artículo y qué grandes lecciones para nosotros como individuos y como sociedad. La palabra inclusión y empatía destacan en el escrito de la autora y han quedado resonando en mi propio corazón. Qué importante colocarnos en los zapatos del otro, para relacionarnos a partir de su realidad y necesidad. Gracias por esta artículo tan hermoso.
Gracias por estas lecciones tan importantes. Que cada uno de nosotros se convierta en un catalizador de cambio, para promover y proveer la verdadera inclusión: una que nace de la empatía hacia el prójimo y que responde amorosamente a las necesidades sentidas del otro. Espero que esto sea el inicio de un cambio profundo en nuestro país, abriendo espacios y convirtiéndonos en ejemplos de empatía verdadera.
Pedagogía inclusiva, más que un programa es un proyecto de acciones en conjunto, en busca de una verdadera inclusión. Desde la perspectiva de la humanidad y de las familias, vistas como lo más importante en el proceso de las niños, adolescentes y adultos neurodivergentes.
Mi prima tiene un hijo autista. He visto el gran amor de mi prima hacia él. Sin dudas la inclusión se trata de la empatía que podamos tener hacia ellos pero también nos debe llevar a acciones de amor hacia personas con discapacidad. Actualmente estoy acercándome a la comunidad sorda y he estado aprendiendo lengua de señas.